viernes, 29 de febrero de 2008

¿ ESCUELA PARA ADULTOS O PARA... JÓVENES ?

En los últimos años, se ha registrado un incremento alarmante en el número de matriculaciones de adolescentes entre 18 a 23 años en las escuelas para adultos .
Los datos del Ministerio de Educación demuestran que en los últimos siete años se incrementó un 59 % el número de alumnos que cursa la primaria y la secundaria en institutos para adultos. Hay que considerar que el promedio en primaria es de 15 estudiantes por curso y en secundaria de 25 a 40.
Este aumento, indigno de ignorar, es apenas una chispa de lo que podría ser si se considera la demanda potencial de personas mayores de 15 años que no completaron la educación obligatoria.
Pero en este fenómeno, como en cualquier otro, hay un problema de fondo que enciende la mecha, y si no se le da respuesta, la bomba estallará.
En el Ministerio de Educación está en estudio una propuesta normativa específica de adultos en la que se analiza, entre otras cosas, elevar la edad mínima de ingreso. Para primer año sería de 18 años; para segundo, 19; y para tercero,20.
La idea es acotar el ingreso para evitar el pasaje del sistema educativo formal al no formal y así impedir la especulación de los adolescentes de realizar sus estudios de una manera más corta y sencilla.
Si bien la postura del Ministerio es, a nuestro entender, más que aceptable; sería muy ligera la evaluación de la problemática si ubicamos en los adolescentes toda la culpabilidad de esto.
No existe argentino que desconozca el miserable presupuesto que se le otorga a la educación en nuestro país, pero nos engañarían como a unos niños si nos dijeran que el único problema que tiene el sistema educativo se reduce a lo económico.
Muchos jóvenes, diríamos que la gran mayoría, asisten a los institutos para adultos porque existe una exclusión del sistema, ya sea por ser repitentes, adolescentes con problemas de conducta y convivencia o jóvenes con discapacidades; convirtiéndose en marginados pedagógicos. Estaríamos hablando entonces de una incapacidad del sistema educativo para retener a esta población en la escuela media y a la excomunión de personas cuyo destino parece no importar.
Las escuela para adultos le ofrece a éstas, la posibilidad de reinsertarse al conocimiento y concluir sus estudios primarios o secundarios; pero existe otro aspecto a tener en cuenta. El nivel medio de educación tiene una duración menor y una currícula más comprimida, ya que se considera que el adulto llega a esta instancia con conocimientos adquiridos en su trabajo, la vida social y política, que los jóvenes no poseen.
Los adolescentes necesitan un marco de conformación en la social, en lo recreativo y en la pedagógico en donde no exista disparidad entre sus necesidades de aprendizaje y desarrollo y lo que en la realidad tienen posibilidad de recibir, como última o única alternativa.
¿O caso queremos seguir teniendo jóvenes tan acotados y comprimidos como las currículas? Hay cosas que se pueden y deben evitar si queremos un país más justo e idóneo, sabemos que la base del progreso es la educación; ¡Apostemos por ello!.

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